Como lo pago yo... esto será deducible, ¿No?
- No te fíes del cuñado

- 16 ago
- 2 Min. de lectura

Hay una extraña fantasía que se repite como mantra entre muchos autónomos y empresarios:
“Como lo pago yo… esto será deducible, ¿no?”
Y entonces llega el desfile:
El pienso del perro.
Las cortinas del salón.
El abono del gimnasio.
El traje de boda (que “también sirvió para una reunión”).
O incluso ese secador “que uso en mis vídeos”.
El pienso, las cortinas y la realidad fiscal.
Todos estos ejemplos son reales. Y no, no te estamos juzgando (todavía). Entendemos que la vida de un autónomo es un caos gestionado, y que cuando algo lo pagas tú —con tu cuenta, tu tarjeta y tu esfuerzo—, te parece lógico deducirlo.
Pero Hacienda no se mueve por lógica emocional. Se mueve por normativa. Y ahí, las cosas cambian.
¿Qué hace que un gasto sea deducible?
Para que un gasto realmente se pueda deducir, debe cumplir con estas 3 condiciones:
Estar relacionado con tu actividad profesional– No vale solo con que “te inspire” mientras trabajas.
Estar justificado con una factura válida– No vale el ticket ni el justificante con boli.
Ser necesario y habitual dentro del desarrollo de tu trabajo– Y aquí es donde cae el pienso del perro (que no cuela, por muy listo que sea).
“Pero el cuñado me dijo que sí podía…”
Claro. Tu cuñado también te dijo que “los gastos del coche los puedes deducir todos”. Y que “si pagas con tarjeta, eso ya sirve”.
Y probablemente también te dijo que “eso lo metes y si cuela, cuela”.
Y ahí está el problema:
“Si cuela” no es un criterio fiscal. Es una lotería. Y cuando no cuela, lo pagas tú (con recargo).
¿Entonces qué hago?
No se trata de dejar de deducir cosas. Se trata de hacerlo con cabeza y con criterio. Antes de meter un gasto, hazte estas 3 preguntas:
¿Tiene relación directa con lo que facturo?
¿Lo usaría igual si no tuviera el negocio?
¿Tengo factura clara con mis datos fiscales?
Si la respuesta a alguna es “no”, no lo metas.
Conclusión: el cuñado no tributa. Tú sí.
Deducir mal puede parecer un detalle…hasta que llega una notificación, un requerimiento o una inspección. Y en ese momento, el que responde no es tu cuñado. Eres tú.



Comentarios