Lo peligroso no es lo que no sabes, es lo que te han dicho mal.
- No te fíes del cuñado

- 16 ago
- 2 Min. de lectura

La ignorancia tiene muy mala fama. Pero en realidad, lo verdaderamente peligroso no es lo que no sabes… Es lo que crees saber porque te lo han contado mal.
Y ahí aparece ÉL.
Sí, el cuñado.
Ese ser omnipresente en cada conversación de bar, grupo de WhatsApp, terraza de verano o reunión de vecinos.
El que opina con una seguridad envidiable, aunque no haya leído una norma en su vida. Y lo peor no es que lo haga… Lo peor es que le crees.
“Si pagas con tarjeta, ya es deducible”
“El IVA se mete todo, tú tranquilo”
“Si no ganas mucho, no pasa nada”
Frases como estas se escuchan más de lo que debería. Y no, no salen de manuales de fiscalidad. Salen del cuñado. Del amigo. Del primo. Del típico que “tiene un negocio” y te “aconseja”.
¿Qué pasa cuando sigues consejos mal informados?
Cometes errores sin saberlo.
Tomas decisiones basadas en falsedades.
Crees que estás cubierto… hasta que llega una notificación.
Pierdes dinero por fiarte de quien no responde después.
Y cuando eso pasa, el cuñado no te lo arregla. Ni responde por ti. Ni asume el recargo, ni las sanciones.
Pero… “me lo dijo con mucha seguridad”
Claro. Ese es su superpoder. Habla como si supiera. Y tú, en un momento de duda, lo compras.
Porque cuando estás empezando, todo el mundo opina. Y cuando no sabes de fiscalidad, contabilidad o contratos… te agarras a lo que suena confiado.
Pero cuidado:
La seguridad con la que alguien te dice algo no tiene nada que ver con que sea verdad.
¿Qué hacer en lugar de fiarte?
Pregunta a alguien que sí sepa.
Invierte en una asesoría que te acompañe, no que te deje solo.
Y si no estás segura/o… no actúes “por si cuela”.
No te juzgues por no saberlo todo. Pero no conviertas el grupo de WhatsApp en tu asesor fiscal. Porque cuando metes la pata… el cuñado no tributa. Tú sí.



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